Pocas veces me pasa recordar a un guionista (y menos estar pendiente de su próxima película). Con Charlie Kaufman nunca me falló la memoria. Un tipo que se hace notar. Comenzó en el cine con ´Quieres ser John Malkovich?´ obtuvo varios premios e incluso fue nominado al Oscar. Las 3 películas son muy originales. No sabría decir cuál es más llamativa: en Malkovich una titiritero deprimido encuentra un portal a la mente del actor (John Malkovich es el nombre real del actor que se intrepreta a "sí mismo"), en ´El ladrón de orquídeas´ (Adaptation) vemos como el mismo Kaufman se introduce como personaje en su propio guión, trabajando con la frustración que le produce no saber cómo adaptar el libro "The Orchid Thief: A True Story of Beauty and Obsession" (libro real) al cine (algo como lo que hizo Ernesto Sabato en ´Abaddon el exterminador´, me refiero a trabajar con la frustración que produce la misma creación insertándose como personaje). En ´Eterno resplandor de una mente sin recuerdos´, dos amantes deciden borrar al otro de su memoria (literalmente, mediante la ciencia) para dejar de sufrir y poder seguir adelante con sus vidas. Por eso se destaca, por la originalidad, y porque siempre detrás hay algo que empuja y resuena cuando termina la película.
Kaufman fue guionista también para series de tv, entre ellas ´Get a Life´ (1990) y ´Ned and Stacey´ (1995). Dos series que duraron poco y que yo seguía con mucho entusiasmo. Me vengo a enterar ahora que él escribió ahí.
En definitiva, son muy recomendables las películas. Creo que las tres tienen buenas actuaciones (John Cusack, Cameron Díaz y J. Malkovich en la primera; Nicholas Cage y Meryl Streep en la segunda...) y buena dirección (Spike Jonze y Michael Gondry). Me gusta especialmente Eternal sunshine, con Jim Carrey (para mí en uno de sus mejores papeles, junto con ´Man on the moon´) y Kate Winslet (que también está muy bien). Bordea el delirio por momentos la película, con fantásticas imágenes dentro de la mente de los personajes y algunos confusos juegos temporales, que, sin embargo, como suele suceder en las grandes obras, se reducen básicamente a una historia de amor.