Palabras acumuladas

miércoles, mayo 31, 2006

Yo VS. Ello, 2do. round

Es difícil sacarse de encima los prejuicios... o los postjuicios. Reconozco que a veces escribo muy contenido. Mi yo no quiere que salga el ello. Hoy (ayer) tenía ganas de escribir algo con cierto temperamento. Algo no sé si furioso, pero más o menos. Y así nació "Vamos a Buenos Aires", que en realidad no me gusta pero que una vez pegado no lo quise quitar (editado 01/06/06: finalmente borré el texto; no valía la pena). Ustedes dirán "eso de furioso no tiene nada". Parece mentira, pero lo corregí tanto que se transformó en algo que no se parece en nada a lo que quise hacer. Disconforme con eso, y ayudado ahora por la noche y el envión que me da la violencia del reproche, me lancé a reescribir lo anterior. Intenté no ponerme límites (bueno, me puse menos) y salió algo que me gusta más (y al mismo tiempo no me gusta nada), aunque sé que no es mi voz, la de mi identidad literaria, pero es parte de lo que soy:

Cuánta mierda en las calles. Gente tirada, durmiendo en las veredas, tapada con cartones. Gente sucia, hambrienta, con olor a vino barato. Perros flacos, corriendo autos, con el rostro desencajado y la lengua afuera. Gente vestida de oficina, estupidizada, sumisa y apurada. Pasan casi encima de los linyeras, puteando porque los molestan con su cara afligida, denigrada,  y la voz repetitiva "una monediiita por favor", esa voz que da asco por lo abarrotada en miseria y lo embotada en repetición. Cinco mil veces "una monediiita por favor", con ese tono de nene lloriqueando. Y pasan los otros, con sus portafolios y sus minifaldas, sudando sobre el aroma a jabón Lux y perfume barato, made in Argentina, made in la vuelta de mi casa, porque el perfume caro ya no fluye con la misma facilidad. Y en la oficina los espera el jefecito, soberbio, todopoderoso e impotente, odiado y reconoroso, miserable, y más sucio que los linyeras. Ese da más asco, transmite oleadas de vómito, con esa jeta que simula una sonrisa y dan ganas de partírsela a trompadas. Pedazo de basura que se cree importante, pero que no hace otra cosa que lamer la suela de los zapatos de los de arriba, de los que responden nada más que a los movimientos de grandes masas de papel verde y metal dorado. La suela que pisó una y mil veces la mierda que baña las calles de la ciudad.


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sábado, mayo 27, 2006

A continuación...

Me cuesta, o no quiero, dejar atrás la publicación anterior. Estuve pensando por qué hice esa especie de reality show de algo tan triste, que a la vez no lo es, porque el fin de la vida es una llegada, a mi entender. Bueno, no sé. Ahí está. Fue una necesidad, un impulso importante, y un homenaje. A pesar del autocuestionamiento, me alegro de haberlo escrito.
Un abrazo Grouchito.

Debo continuar.

Ser Nada

Hay cosas que se saben pero que no las tenemos a flor de piel. Por ejemplo, hoy, escribiendo un email, me di cuenta de un paralelo inusual. Suelo sentirme cómodo cuando me siento insignificante. Me refiero al contraste entre mi Ser y el Universo. No necesito mucho más que detenerme a admirar las estrellas, esa increíble cúpula azul oscuro salpicada de destellos blancos, y pensar en lo que significa cada puntito: planetas, soles, constelaciones, inconmensurables distancias, la probabilidad de que haya vida en otros lugares, e incluso la magia del chispazo genético o la mano de algún Dios creador. Pensar en eso me vuelve nada. Me achico tanto que dejo de existir. Y es tan inmenso Todo, que si tengo algún problema no me acuerdo. Porque, ¿qué puede importar un problema mío en el medio de tanto? Cuando tenemos un problema, o varios, de esos que hagamos lo que hagamos sabemos que están por ahí dando vueltas, de esos que están a veces en la nuca, otras en la frente, que pasan por el estómago... Cuando tenemos uno de esos problemas parece que el mundo se reduce al problema y nada más. Como si el Universo entero fuera una molestia. Como si la vida no pudiera ser otra cosa que sufrimiento. Sin embargo, miro un rato las estrellas, me dejo llevar, y listo. No soy nada. Soy libre. Soy feliz.
Por otro lado a veces me detengo a observar a las hormigas. Una hormiguita alcanza. Llevando una hoja o una miga de pan a cuestas. Siguiendo un rastro químico que dejaron hormigas de su misma colonia. Colaborando para que una comunidad, que para ella probablemente sea tan amplia como para mí lo es el mundo, funcione con la exactitud de un reloj. Observo a esa hormiga, tan pequeña, y me doy cuenta de que la diminuta complejidad de su Ser me hace sentir tan insignificante como el vasto Universo. Veo el Universo en una Hormiga.


Posted by San :: 12:21 a. m. :: 1 Comments:

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martes, mayo 16, 2006

Groucho

Estaba oscuro. Me levanté tanteando alrededor. Nunca me había sentido así. Dos o tres pasos más tarde me tuve que recostar en el piso. Con el cuerpo semidesnudo sentí la madera, algo fría. Mi respiración se fue rallentando. Sin esfuerzo alguno y totalmente relajado, exhalé por última vez y morí en tranquilidad.

Es un sueño mío de hace aproximadamente tres meses.
Hoy, a las 6 de la mañana, Groucho ladraba casi como gritando. Las dos últimas noches había ladrado esporádicamente, pero nunca así. Me levanté. Estaba tendido en los colchoncitos que tenía cerca de la puerta de mi habitación. Había vomitado y no lograba levantarse. Lo limpié lo mejor que pude y lo acomodé para que estuviera recostado con más naturalidad. Estaba muy agitado y débil. Hacía dos días que venía vomitando y no comía, y con mi mamá le habíamos pasado, a la fuerza porque siempre fue un perro terco, dos sueros, para rehidratarlo. Me quedé a su lado acariciándolo. Pensé por un largo rato que ya estaba ido y que en cualquier momento moría. Me asustó pensar en verlo morir. Sin embargo hizo un esfuerzo titánico y se incorporó como pudo con las patitas delanteras. Sentado, por un momento, me miró. Todavía estaba acá. Yo sabía que lo que quería era alejarse, ir al jardín. Estos últimos días, rengueando, había ido más de una vez afuera, había recorrido el extenso jardín, para él muy extenso a esta altura, hasta llegar al último rincón, bien en el fondo. Como si hubiera querido marcharse. Intenté ponerlo de pie y ayudarlo a caminar para que él estuviera donde quería estar, pero fue en vano. Volvió a recostarse, todavía agitado, y yo me quedé ahí, acariciándolo, a veces diciendo algo. Lentamente la respiración se fue haciendo menos intensa. Creí que se estaba relajando y que quizás lograría dormir, pero cuando las exhalaciones se hicieron realmente débiles no pude negar más que estaba muriendo. A las 6 de la mañana de hoy, 16 de Mayo de 2006, después de quince años, Groucho se apagó. Fue ahí que recordé mi sueño. Con un problema hormonal que cargaba de siempre, un soplo en el corazón, con varios tumores recientes y casi ciego, Groucho vivió dos años más que la expectativa de la raza Beagle. Vivió porque quiso, porque vivía bien. No era un perro "normal". Sé que todos piensan parecido de sus animales, toda la cuestión esa "de lo único que le falta es hablar". No me refiero a eso. Me refiero, por ejemplo, a que si dejabas la puerta del jardín (o la de adelante) abierta, Groucho se sentaba mirando hacia afuera; con una tranquilidad casi alegre, a veces entrecerrando los ojitos si corría algo de viento, observaba la vida. Era muy impresionante ver la actitud de él sentadito. El gesto apasible. Era muy agradable.
Yo, previendo el final, había deseado no estar presente cuando muriera, y había decidido que no lo iba a enterrar, suponiendo demasiado dolor al hacerlo. Ninguna de las dos cosas se dieron. Lo acompañé cuando se fue y me alegro de haber estado. Me negué en un principio, pero después noté que en realidad Groucho ya se había ido, tomé coraje, y lo enterré. Mientras lo hacía noté que el esfuerzo físico (innumerables raíces y piedras había en el camino) mitiga los dolores emocionales. Tapado con una sabanita lo puse en la pequeña fosa, y cerrando los ojos eché la tierra. Su cuerpo descansa en mi casa, al lado de un arbolito de hojas moradas y frente a un horno de barro cubierto por una enredadera espesa, de un verde intenso. Es un lindo lugar.
Ahora ya es parte de mis recuerdos... Me gustaría mantenerlos frescos, desde cuando compartíamos la cama y me mordía los pies para ganar espacio, pasando por los días en que si estábamos en la mesa él se sentaba en una silla con nosotros, hasta ahora, que nos veíamos obligados a tener el tacho de basura sobre una silla, para que no robara comida, y que pedía ladrando que lo ayudáramos a subir la escalera de adelante, porque la bajaba para irse hasta la reja, a oler la calle; porque hasta último momento hizo todo lo que le gustaba hacer. Lamentablemente, estos recuerdos se van a ir nublando de a poquito, al punto que un día no voy a saber bien qué fue real. Pero hay algo que con palabras no quiero expresar, algo que me dejó, que siempre va a estar intacto. Y es lo más lindo.
Bueno, Grouchito, te extraño y te voy a extrañar mucho. Ya se siente vacía la casa sin el ruido de tus uñitas al caminar y sin los ronquidos. Espero que donde estés tengas una puerta abierta para admirar algo lindo. Apasible y feliz.
Te quiero siempre. San


Posted by San :: 3:58 p. m. :: 1 Comments:

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